Terapia Infantil en Lanzarote: Tu niñ@ merece lo mejor

Me encanta el desarrollo humano y me especialicé en psicología infanto-juvenil porque es una etapa que va a marcar nuestra vida adulta. ¡Además soy fan de ellos! Porque de verdad que viven en constantes desafíos, aprendizajes y cambios que no siempre son tenidos en cuenta. Tengo una facilidad natural para conectar con niños/as y adolescentes por ello mis pequeños valientes se sienten cómodos y seguros de abrir sus experiencias y emociones conmigo formando un equipo para así superar las dificultades.

Entendemos que cada niño es único y puede enfrentar desafíos distintos. Si tienes preguntas o inquietudes acerca de la terapia infantil o cómo podemos ayudar a tu pequeño, no dudes en llenar el formulario a continuación. Estamos listos para escucharte y brindarte el apoyo que necesites.

No siempre se debe esperar a que aparezca un problema o dificultad en el desarrollo de tu hijo/a para acudir a un psicólogo. Si sabemos que vamos a pasar por un periodo de cambios o situaciones que pueden desestabilizar al niño/a, como un divorcio, la muerte de una persona querida, un cambio de ciudad, la llegada de un hermano/a…

Se puede intervenir al niño/a desde edades muy tempranas (2 años) hasta jóvenes que están a punto de alcanzar la mayoría de edad. La terapia se adapta según la edad y la problemática o dificultad encontrada.

Algunas veces, la intervención no la hago directamente con el niño/a sino que me dirijo a orientar a los padres para empoderarlos con pautas de educación y del propio momento de desarrollo del niño/a y hacerlos sentir seguros en su manera de actuar y dirigirse a él/ella.

No dudes en pedirme ayuda, o a otro profesional de tu confianza:

• Si los comportamientos de tu hijo/a parecen alejarse demasiado de las propias de su edad.
• Has observado retrocesos en su desarrollo.
• Muestra un cambio repentino en su conducta.
• Está triste, apático o muy irritable sin motivo aparente.
• Tiene miedos irracionales u obsesiones.
• No socializa con sus iguales.
• Su comportamiento es difícil por exceso de apego, agresividad o desobediencia.
• Tiene dificultades en la escuela para seguir las rutinas, le cuesta concentrarse o se aburre demasiado y no puede mantenerse tranquilo.
• Presenta tics o trastornos físicos sin causa médica (somatizaciones).
• Sufre acoso escolar.
• La situación se apodera de ti y sientes estar al límite sin saber que hacer.